El hombre que nunca estuvo allí pasea por el espacio del recinto.
Dicen:
Nada le turba porque no tiene alma.
La dejó en alguna parte, esperando recuperarla.
Ni siente ni padece, ni respira ni habla.
Nadie le siente, nada le extraña.
Es oscuro y turbio, translucido al alba, que es cuando se intuye, su imagen borrada.
Borrada por el tiempo, por la noche helada, sin sueños, sin caricias, sin nadan de nada.
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